martes, 23 de noviembre de 2010

Memorias de 2009

Corría el verano de dos mil nueve y todos esperábamos alguna suerte de cataclismo; una serie de contracciones violentas que expulsaran a ese embrión petrificado, excusa de nación, en el que nos tocó vivir. Desgraciadamente nada pasó. Los políticos se cortaron las corbatas de manera que se aproximaran más a la longitud de sus penes, se abrazaron a ellos mismos y esperaron lo peor, pero nada pasó. En todo caso nosotros no sabíamos nada de eso en aquel punto. Las cigarras entonaban su canto monótono al punto de la alucinación. Una onza de buena hierba nos esperaba para celebrar el aparente apocalipsis y no pasó mucho tiempo antes que un porro encendido hiciera eco con el que fue posiblemente el ocaso más hermoso de ese año. Vic se aventó unos versos alados que, honestamente, no puedo recordar. Cúlpese a mi estado inconveniente; es bien sabido que la mota no favorece a la memoria, pero para hacerse a la mar es imprescindible quemar todo recuerdo. Uno definitivamente tiene que estar dispuesto a no volver. En fin, la epidemia que no fue estaba rampante, los políticos se cortaban las vergas, digo corbatas, las cigarras cantaban y tres amigos se congratulaban por haber llegado con vida al final de una era con un porro bien forjado pasado entre sus manos. Poco sabían que ese sería un final infinitamente lento, cómo esa tarde en el estupor del calor y la hierba quemada. 

2 comentarios:

  1. Y el asunto es el mismo. Corre el verano del 2010, los políticos siguen cortando corbatas, digo, vergas. Y los porros se seguirán fajando. Si fuera tan fácil fajar una nación este país sería totalmente distinto.

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  2. Yo lucho por la libertad. La libertad de darme mi porro y la libertad de que me lo den. Y por la libertad que puedas hacer lo que quieras hacer. Date un porro, dame el tuyo. Pero que no te disparen, hermano. Que no te digan criminal por darme mi porro. Que yo he de santificarte y te haré un héroe. Me encargo de cambiar la historia, porque determina el presente. La historia ya no es una constante, sino que depende del tiempo presente. Y vámos a escribir que en un momento hubo hombres valientes que decidieron ganarse la vida como quisieron. Y que hubo a quienes les brindaban felicidad. Y que hubo algunos que se creían muchos que perseguían a los primeros. Mi revolución es en el siguiente nivel. Haz de los caídos mártires y de los perseguidores, criminales. Porque luchamos por la libertad. Y yo me voy a dar el trip. Johnson, my friend. Tripp Johnson.

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